Cuentas zombi, guerra de avatares y un puñado de vídeos de YouTube han protagonizado hasta ahora la versión digital de la campaña electoral para los comicios generales del 20 de noviembre, en la que los políticos se han esforzado por seguir el ritmo de sus votantes más conectados.
Pero en un medio donde las campañas suelen salirse de control y lo que aportan los usuarios desconocidos cuenta tanto como lo que dicen empresas o partidos, los expertos creen que los políticos se han lanzado a la caza del ‘Trending Topic’ (es decir, uno de los temas más populares del día en la red de microblogs Twitter) sin una estrategia clara.
«Los principales partidos políticos siguen en pañales en cuanto a ‘social media marketing'», indicó a Reuters Germán Piñeiro, consultor de marketing y comunicación.
«Equipos humanos poco cualificados (…) se afanan en alcanzar un importante volumen de menciones, amigos o seguidores en las principales redes sociales, descuidando el contenido generado por los usuarios y sin prestar atención a lo principal… saber escuchar e interactuar», afirmó en un correo electrónico.
Además de la falta de experiencia, las campañas virtuales de los grandes partidos han tropezado con un cierto escepticismo de los internautas. No en vano, el movimiento de los «indignados» nacido esta primavera como protesta por el desempleo, la corrupción y una clase política por la que muchos dicen no sentirse representados, se originó precisamente en Internet.
Así, una de las iniciativas más sonadas de esta ‘otra campaña’ fue una propuesta del Partido Popular, favorito a los comicios según todas las encuestas y que invitó a sus seguidores a «prestar» sus cuentas personales de Twitter y Facebook para que difundieran automáticamente los comunicados del partido durante su conferencia política de principios de octubre.
En un entorno que atesora la «conversación» entre usuarios, el partido fue acusado de crear cuentas «zombi» y socavar la diversidad de opiniones. El término «prostituit», con el que se tachaba a los participantes en el plan de prostituir su identidad online, fue entonces ‘Trending Topic’.
Las acusaciones de «prostituit» reaparecieron cuando el PSOE, en el Gobierno y muy golpeado por su gestión de la crisis, creó un sistema de puntos en el que los internautas podían ganar tazas, camisetas o cacao para los labios compartiendo en Internet contenido relacionado con la campaña de su candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba.
A finales de octubre se produjo otro revuelo en medios sociales cuando desde la cuenta de Twitter del candidato del PP, Mariano Rajoy, se pidió a un internauta que dejara de utilizar su imagen. En pocas horas, y con el lema «avatarmariano» – de nuevo, uno de los temas del día a nivel mundial -, una oleada de usuarios cambiaron la foto de su perfil (conocida como avatar) por la misma que utilizaba la cuenta oficial de Rajoy, en ocasiones con jocosos retoques.
También el debate entre ambos candidatos que se celebró el lunes produjo multitud de temas populares en Twitter, desde el aséptico «debate» hasta el ácido «se acabó el circo» o el victorioso «ganarajoy».
Sin embargo, según explicó a Reuters en una entrevista telefónica el experto en medios sociales Emilio Márquez, para conseguir votos no basta con conseguir un ‘Trending Topic’ o muchos seguidores.
«El TT en realidad lo único que demuestra es que en un momento se habla mucho de ti», advirtió. «Si Rubalcaba tiene unos 60.0000 seguidores y el candidato que tiene toda la pinta de que va a ganar (por Rajoy) tiene unos 90.000, eso no son cantidades significativas. Hay blogueros en España que tienen bastante más. Hay jugadores del Real Madrid que les superan en 20 veces».
El delantero portugués del Madrid Cristiano Ronaldo tiene más de 5 millones de seguidores, y el brasileño Kaká, más de 6 millones.
VÍDEOS Y CONTRIBUCIONES DE LOS USUARIOS
Pese a las críticas de los expertos, quizá los grupos que han creado los usuarios en Facebook con motivo de las elecciones explican por qué los partidos, acostumbrados a difundir mensajes calculados al milímetro, intentan moderar las opiniones online de sus votantes.
Desde el «Yo también prefiero que Rajoy sea Miss España a Presidente del Gobierno» a «Rubalcaba recuerda a un hámster comiendo pipas», o «En las próximas elecciones vota Alibaba, ahí los ladrones son sólo 40», este último con más de 66.000 seguidores, la irreverencia campa por doquier. Como comprobó otra iniciativa del PP, que invitó a los usuarios a hacer preguntas a su candidato y recibió dudas sobre el grado de culpabilidad del Gobierno en la separación del grupo REM o si Spiderman tiene lámparas de araña.
No todas las creaciones de los internautas son ignoradas. Una canción llamada «Alfredo, no te creo», aparecida en Internet y que critica con aire desenfadado al candidato socialista, se convirtió en el himno improvisado del PP, tanto en la Red como en los más convencionales mítines.
La página de intercambio de vídeos YouTube, que emitió en directo el debate entre los candidatos, se ha visto poblada de vídeos electorales. Los seguidores de cada partido comparten y difunden piezas como la creada por las Juventudes Socialistas que comparaba a Rubalcaba con el inventor del submarino, Isaac Peral, o los premios Nobel Ramón y Cajal o Severo Ochoa. Y que encontró también su dosis de burla.
Los partidos minoritarios, mientras tanto, han celebrado una campaña más discreta, o al menos con menos deslices, intentando ganarse a los votantes descontentos del PSOE.
El minoritario Izquierda Unida promovió «No habrá paz para los mercados», un vídeo que retrata la crisis financiera y las protestas populares de los últimos meses parafraseando el título de la cinta «No habrá paz para los malvados». Y la formación de la izquierda verde Equo convocó unas primarias online para elegir a su candidato, Juan López de Uralde.
El catedrático de Sociología Fermín Bouza, profesor de Opinión Pública en la Universidad Complutense de Madrid, afirma que los medios sociales «siempre» tienen el potencial de movilizar votos, aunque a otros expertos esa posibilidad les parezca aún lejana.
«Si lo que tienen que decir fuera interesante, los números de seguidores serían inmensamente mayores», concluye Márquez.
Por Cristina Fuentes-Cantillana, REUTERS