Que las empresas han cambiado en la última década es algo innegable. Antes, los organigramas quedaban más que claros. Estaba presidencia, seguida de las direcciones generales, entre las que se encontraba la de Marketing y Comunicación (habitualmente mismo departamento), y el resto de equipos que formaban cada una de las pestañas en las que se bifurcaban.
¿Tiene sentido algo así hoy en día? No. Ni en broma. ¿Por qué? Porque todo en la empresa ha cobrado vida.
Se ha pasado de segmentar cada departamento con sus objetivos a buscar objetivos comunes que necesitan del esfuerzo de todos para poder conseguirse.