Un equipo de desarrollo web tiene que lidiar, con toda probabilidad, con un proveedor de hosting. La arquitectura de su programación puede ser perfecta, el código puede funcionar según lo previsto y lo entregado aportar el valor que se esperaba, pero si el proveedor de la solución sobre la que todo ello está implementado no sigue una misma mentalidad de trabajo, todo puede jugar en su contra.