El hecho de que las redes sociales hayan ido acaparando, junto con los buscadores, la mayoría de los esfuerzos corporativos en forma de campañas, diseño de estrategia y recursos de interpretación no quita que, aún hoy, la forma de comunicarse entre empresa y usuario o entre los propios trabajadores de la compañía sea el email.
El mail sigue siendo, aún en esta década del siglo xxi, uno de los grandes recursos de marketing no solo en campañas de email marketing sino también en la forma en la que usuario y empresa pueden llegar a intercambiar información.
La privacidad, la forma en la que se personaliza la respuesta y se dirije en exclusiva a una persona y la capacidad de comunicación y resolución que aporta hace que los esfuerzos por conseguir plantillas para email no sea ninguna locura.
La facilidad con la que plataformas especializadas pueden crear o tener en catálogo plantillas de email temáticas han mejorado su percepción dentro de los departamentos de marketing que ven cómo, aparte de optimizar recursos y abaratar costes, responden directamente a sus necesidades sin tener que hacer grandes inversiones en ideas o diseños ya que, en la mayoría de los casos, para un mail promocional, existe algo que se ajustaría a lo que necesita el mensaje.
¿Cómo debería ser la plantilla perfecta?
Para empezar, clara. El logotipo debe funcionar con ella, por lo que la búsqueda del cromatismo y de la imagen que quiere proyectarse debe comenzar precisamente en la inclusión del logo.
De nada serviría buscar una plantilla revolucionaria donde la carta de prensentación gráfica de la marca no funcionase bien. Sería un error garrafal.
Cada vez que un usuario abre un mail porque el asunto o el remitente le interesa, debe recibir un impacto que le haga seguir queriendo obtener más información.
En ese sentido, la importancia de las imágenes, de la grafía y de los colores cobran verdadero sentido.
Aunque el texto no debería ser excesivamente largo para dejar al destinatario con ganas de seguir buscando información en la web (prioritariamente a través de los enlaces que se puedan incluir en la plantilla responsive), las imágenes sí deberían impactar para conectar con ese público.
A esto, hay que sumar la forma en la que los mails se optimizan dependiendo del dispositivo desde el que se lean. Durante años ha sido el gran talón de aquiles, el hecho de que webs y mails puedan visualizarse e impactar de la misma manera dependiendo de su diseño en móviles, pc o tablets.
En cuanto al orden que sigan, en realidad es donde entra la creatividad. Hace tiempo pasó a mejor vida el esquema de ir ampliando según se iba bajando la pantalla. A veces, un impacto certero desde el primer momento puede ser clave para no perder la atención.