Las cifras de conexión a internet de los hogares españoles han vuelto a incrementarse con respecto al año pasado. No mucho, cierto. Lo suficiente para marcar un nuevo hito histórico en la inmersión digital llegando a rozar el 83.5%, una cifra que desde luego no era imaginable hace un lustro.
Y no por nada, sino por el esquema social de un país como España, en el que la esperanza de vida cada año asciende también, lo que hace ver que cada vez más las generaciones mayores también quieren formar parte de la nueva forma de entender la vida, en concreto, la parte en la que la comunicación se ha convertido en esta época.
Para hacerse una idea, el 97.4% de los hogares disponen de un dispositivo movil. No hace falta entrar a valorar si son smartphones de primera gama comprados nuevos o si forman parte de la web referencia de moviles libres baratos en España. Solo hay que contar con que la resistencia frente a la adopción del dispositivo móvil no llega ni al 3%.
¿Y cómo hemos llegado aquí?
Con un cambio generacional que parecía impensable cuando internet comenzó a llegar a nuestro país a finales de los 90 de una forma más clara.
En aquel entonces, las posibilidades que brindaba la red, más allá de las búsquedas, el mail o incluso el irc – este es un detalle casi para nostálgicos – no permitían que la mayoría intuyera que, en cuestión de 20 años, todo fuera a cambiar tanto.
La compra, online, las reservas, online, las facturas, online, la comunicación, online…todo es online y, si no está online, está casi obsoleto. ¿Quién comenzó a darse cuenta de las posibilidades de todo esto? Las empresas. Las pioneras consiguieron posicionarse en un lugar en el que ya es imposible destronarlas. Aquellas que apostaron por presentarse a través de las pantallas del ordenador en un principio, y después se adaptaron al formato smartphone o tablet se llevaron el gato al agua y la fidelidad del consumidor.
Por todo esto habría que pararse un momento para entender, desde donde llegamos y hacia dónde vamos. Y sin duda, desde la vivienda inteligente (un paso más allá de la propia domótica de hace diez años) pasando por la realidad virtual o aumentada y la hiperconectividad, los próximos años van a ser claves para entender cuál será el siguiente paso.
Pese a la necesidad de poner límites, la comunicación no frena.
Los dispositivos que llevamos monitorizan, al segundo, cualquiera de nuestros movimientos. Los entrenamientos, los recorridos, los mails, mensajes, nuestras redes, imágenes, dónde estamos e incluso con quién…Pero no hay que asustarse. Es el futuro. Aunque llegó antes.