Emprender es difícil y los resultados muestran que no todo el mundo es capaz de ello. La mayoría falla en el intento y muy pocos tienen la suerte de triunfar. Incluso los que triunfan han conocido el sabor del fracaso y eso les ha permitido ser más fuertes en el mundo laboral.
Y aunque el factor suerte es importante, el mayor porcentaje de no conseguir el objetivo recae en la propia persona. ¿Te has preguntado alguna vez cuáles pueden ser los motivos? Si tienes buena voluntad en mejorar esos defectos, las posibilidades de lograr lo que siempre has estado deseando se incrementarán notablemente tal y como nos comenta Alejandro García de Geekpunto.com.
- Tener miedo
El miedo es un compañero que nos juega malas pasadas y no hay que tomárselo a la ligera. Sea en una reunión con trabajadores, realizando una llamada a un proveedor o captando inversores para la compañía este sentimiento es capaz de hacernos parar de golpe. Inconscientemente siempre aparece junto a indiferencia, indecisión, duda, preocupación, falta de ambición, envidia y otros tantos malos sentimientos.
Si tienes alguno de estos síntomas deberías preguntarte: ¿Por qué tengo miedo?, ¿Qué cosas no quiero afrontar? Muchas personas tienen pánico de la verdad porque no son capaces de admitir sus propios defectos y les preocupa sentir vergüenza de ellos. Otros hasta se asustan de poder triunfar, porque no creen en si mismos, en que puedan merecérselo.
Y está el grupo que tiene miedo al fracaso y por eso nunca intentan nada, evitan a toda costa enfrentarse a las circunstancias o a realizar nuevos retos. Les cuesta salir de la zona de confort.
El principal paso para superar tu miedo es aceptar que lo tienes. Sentirlo en tu cuerpo y hacer igualmente todo lo que te propones sin que llegue a paralizarte.
- No saber cómo delegar
Este proceso ocurre especialmente en las pequeñas y medianas empresas donde los empresarios quieren realizar todas las tareas por su cuenta. La falta de voluntad por recibir ayuda les lleva a no poder hacer que su compañía crezca como le corresponde.
Si aprendes a delegar, construir un equipo de personas con talento, crear lazos personales y financieros, te beneficiarás de forma notable en el largo plazo. Es mejor tener un porcentaje pequeño de algo grande que tenerlo todo de nada.
- Falta de perseverancia
La mayoría de fallos en la vida son de gente que no se dio cuenta lo cerca que estaba de alcanzar su objetivo y se rindió. Hay vueltas atrás, fracasos temporales, incerteza, y negocios que no salen adelante. Pero todo ello forma parte de ser un emprendedor. La persona que regresa una y otra vez es aquella que triunfa. El fallo es un gran maestro que te enseña a cometer menos errores cada vez que lo intentas.
A veces necesitas un gran esfuerzo y ser rechazado de forma constante para alcanzar el lugar donde siempre quisiste estar, teniendo el reconocimiento que te mereces. J.K. Rowling fue descartada por 12 editoriales antes de poder publicar la famosa saga de Harry Potter, la cual a día de hoy es una de las más rentables económicamente de la historia de la literatura.
¿Estás dispuesto a ser rechazado 12 veces antes de conseguir un si? ¿Qué tal 100 veces?
- No se invierte en uno mismo
Cuando consigues tu primer trabajo o empiezas con tu nueva empresa utilizas la mayoría de tus ganancias en ahorrarlas, pero no gastas ni un céntimo en ti, en seguir formándote. Las personas tienen la idea de que al acabar el período escolar se termina la educación que adquieren. Al igual que inviertes en un negocio, hacerlo en ti mismo supone tener dividendos en el futuro.
Puedes hacerlo mediante cursos, coaches que te ayuden a mejorar tus habilidades o un entrenador personal que te mantenga en forma. Se trata de un proceso de renovación constante, no quedarse parado y que el futuro laboral te coja por sorpresa. Siempre un paso por delante para anticiparse lo máximo posible. No sólo tendrás éxito en los negocios si no en todos los ámbitos de la vida.
- Hacer muchas cosas, pero no las correctas
Es mejor hacer pocas cosas bien que abarcar muchas que luego no te ayudan a crecer profesionalmente. Además es importante dedicar un tiempo a nuestro bienestar personal. ¿Cuántas veces has pensado que estabas demasiado ocupado como para tener una comida relajada con un amigo o sentarte a pensar sobre tu futuro?
Estás completamente ocupado y rellenas tu agenda con más cosas todavía, sin ser capaz de decir no a aquello que realmente no es importante. Te conviertes en un títere de otras personas, que manejan a su antojo tu vida. Este caso se demuestra cuando por ejemplo no paras de consultar tu email y lo priorizas ante otras tareas más importantes, todo por no decepcionar a quienes te escriben.
- No afrontar el proyecto de forma adecuada
La mayoría de emprendedores sigue un patrón que consiste en comenzar con mucha energía para al cabo de un tiempo rendirse o cambiar a otro proyecto. No importa a donde te muevas, aunque el sector sea diferente, si no has aprendido las habilidades necesarias siempre te encontrarás con el mismo problema. Hasta que no aprendas como manejar un negocio no importa la industria en la que te encuentres.
Sólo de forma persistente te enfrentarás a tus límites personales y encontrarás lo necesario para conseguir algo valioso. El éxito puede tardar años o décadas en llegar. La paciencia es fundamental. Pero también has de saber cuándo hay que cortar la cuerda que te ata a un negocio. Lo cual no significa que tengas que abandonar sólo porque no eres millonario a los 6 meses de empezar o porque todavía no tienes reconocimiento.
Hay una cosa fundamental que no debes olvidarte. No es necesario ser emprendedor las 24h del día. No pasa nada por tomarte unas horas de descanso y cambiar tu traje de faena. Ser padre o madre, marido o mujer, amigo o familiar. Realiza ejercicio para mantenerte saludable o practica todo tipo de hobbies que te mantengan desconectado.
Si aprendes de tus errores y mejores un poco cada día, el éxito llegará más pronto que tarde.