El marketing de Eurovisión: ¿merece la pena el coste?

 El Blog de Germán PiñeiroSi hay una cita ineludible cada vez para más público, esa es Eurovisión. La edición de este año 2019, que se celebrará en Tel Aviv, ya está marcando récords. Las entradas para poder acceder al recinto donde se celebrará, el Centro de Convenciones, ya superan los 85 euros. Pero el precio para la gran final, asciende ya a 280 euros.

Solo esta cifra habla por sí misma. Pocos artistas son capaces de partir de esos precios en sus conciertos. La fiesta musical europea por antonomasia lleva tras de sí unas cifras que, para muchos productores, dan vértigo. Pero en realidad hay que valorarlo solo en términos de marketing para ver que realmente puede ser una de las mejores campañas de marca nacional que se pueden planificar.

Desde que arrancan los motores, por ejemplo, en España, para buscar quién será el representante que llevará la bandera rojigualda al certamen se organizan programas en busca de talento (Operación Triunfo este año), horas de televisión, votaciones online, votaciones telefónicas, programas especiales y música en directo en horario de prime time.

Todo esto, con sus patrocinadores y con su desembolso en publicidad, algo que beneficia a un sector que ha visto cómo los últimos años ha lastrado sus cifras. Una máquina de mover presupuestos que sirven no solo en la televisión pública, sino también en las empresas privadas que dan soporte a los candidatos en sus desplazamientos, firmas, etc.

Una vez seleccionado el representante de España, en este caso La Venda cantada por Miki, comienza toda una campaña de comunicación en torno no solo al candidato y la canción sino también a su proyección dentro del concurso. Aunque las casas de eurovisión apuestas mandan y no sale actualmente bien parado el español, lo cierto es que desde que comienzan los ensayos hasta el certamen todo puede cambiar.

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Nuestro país no ha salido en los últimos años demasiado bien clasificado. Sin embargo, desde que se uniera al certamen internacional en 1961, dos han sido las ocasiones que ha quedado en primer lugar. Massiel con La La La y, un año después, Salomé con Vivo Cantando consiguieron alzarse como ganadoras de un certamen que, año tras año, va sumando más y más países.

Y aquí es donde viene la segunda parte de la estrategia de marketing. Los eurofans, que se cuentan por millones en toda Europa, no se despegan de la televisión cuando, candidato tras candidato, van desgranándose lo mejor de cada destino en términos no solo turísticos sino culturales. No hay mejor inversión y campaña publicitaria global para mostrar al gran mundo cuáles son los atractivos de cada uno de los países que participan.

Si el año 2018 llevar a Alfred y Amaia al certamen costó a las arcas aproximadamente unos 500.000 euros (de los que el mayor importe se debe al canon que paga TVE  a la Unión Europea de Radiodifusión, que se lleva casi tres cuartas partes del presupuesto), basta pensar en 180 millones de telespectadores para entender que, si se aprovecha el tiempo que conceden a cada país, es una ventana infinita para atraer al turismo, a inversores internacionales y también para exportar productos. Solo hay que pensar en cómo sacar, en esos minutos, el mejor partido.