El polémico artículo 17, ¿era necesario?

 El Blog de Germán PiñeiroLos titulares están que arden con la nueva normativa aprobada en Europa para Internet. La nueva directiva de Copyright, que de partida pretendería evitar el plagio y defender los derechos de autor, trae consigo la polémica.

¿Existirá entonces la censura en internet? El ya famoso artículo 13, que en realidad es la numeración del borrador porque en el documento definitivo lleva el número 17, habla de la responsabilidad de las plataformas para velar por los derechos de autor y no lavarse las manos.

Mientras que hasta ahora depuraban responsabilidades en sus condiciones de uso y decían que eran meras depositarias de las publicaciones de particulares, verdaderos responsables por tanto de su contenido, ahora será diferente. Ellas también deberán velar por el estricto cumplimiento de la norma y, por tanto, por el uso de filtros automatizados que revisen el propio contenido.

Vídeos con imágenes o música serán los que peor parte se lleven, por ejemplo, en plataformas como Youtube (quien ya amenaza con dejar el Viejo Continente de ser tan estricta la normativa final) o Facebook.

Pero este tipo de polémica no viene de cerca. También ocurría en los orígenes con las plataformas de pago y la forma en la que se recopilaban los datos. Las normativas de protección de datos y de velar por el cumplimiento de los procesos seguros de pasarelas han beneficiando a la larga al usuario y basta echar un vistazo o hacer clic aquí para ser consciente de cómo han revolucionado sin duda la forma de entender la necesidad de seguridad.

Es pronto para vaticinar la realidad que se avecina, pero desde luego queda claro que es el momento para que las plataformas den un paso al frente y creen e inviertan en unas tecnologías capaces de velar por los intereses del defendido copyright sin perjuicio, por ejemplo, de vídeos que quisieran subirse o imágenes que sean de contenido propio.

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En realidad, y aunque a muchos les suene raro, era cuestión de tiempo que empezara a legislarse una plaza que, hasta ahora, más allá de pequeños cercos, no tenía de manera clara una forma de uso. Con el potencial que existe en la actualidad, con las campañas que se han puesto en marcha de formación para su uso debido y con la repercusión social que tienen, por ejemplo, las plataformas que se han mencionado previamente, no habría que tener miedo a poner ciertas normativas internacionales.

El escollo llega en cuál es el límite real que se quiere en esas normativas y si, realmente, quienes toman la decisión final y legislan son los más adecuados para ellos por su comprensión del sector, de sus libertades o incluso, de su función social.

Las empresas de I+D van a ser las grandes protagonistas en adelante, creando software y algoritmos que no limiten la creatividad pero sí cumplan las leyes.

Los problemas como las fake news, el mal uso de plataformas en beneficios más ocultos (las feed news en época de elecciones, por ejemplo, como se demostró en un pasado cercano), la seguridad en el tratamiento de los datos y de los pagos, por poner solo algunos ejemplos, son reales y hay que buscar soluciones a los mismos. Ahora bien, las soluciones deben ser buenas, no parches que sirvan para empeorar lo que funcionaba bien.