Desde el mundo de la comunicación y marketing, cada vez que se aproxima diciembre, empiezan a surgir los nuevos planteamientos para marcar la hoja de ruta del siguiente año a nivel corporativo.
Planes de acciones concretas, presupuestos anuales, partidas para cada cosa…pero si algo ha dejado claro este 2020 es que, pese a que todo esto es necesario, es también recomendable tener varias alternativas en las que trabajar si todo se viene abajo.
Es aquí cuando el copywriting ha tenido su gran momento de esplendor. Por encima de campañas publicitarias, por encima de eslóganes que hayan servido a la marca, está la redacción creativa, esa que incita a que el usuario y le persuade a que se acerque al producto sin la presión de buscar la venta inmediata ya que el mensaje va desnudo. Enseña el alma del producto sin querer venderlo.
En el fondo, el ahora tan novedoso copywriting es lo que toda la vida ha sido el marketing. Ser atractivo para persuadir, sin necesidad de hacer que el usuario o futuro comprador se sienta intimidado para tener que decir sí en el minuto cero.
Aunque durante muchos años se ha dado este tipo de campañas, también por la propia evolución del mercado, que ha hecho de la competición de ventas y resultado el mandamiento principal, por encima de – como se ha visto en estos pasados meses – el trabajo de fidelización de marca y clientes.
2020 ha mostrado cómo, efectivamente, hay gigantes contra los que, por su inversión en publicidad, es difícil competir, pero también que existe algo que se llama empatía y que ha llevado a miles de consumidores a buscar en el pequeño comercio, ese que apenas había podido invertir en la digitalización más allá de una web rudimentaria desde la que canalizar las pocas ventas que venían por ese canal.
Pero, ¿cómo lo han conseguido? Porque en realidad, el pequeño comercio goza de algo, el “copywriter” que es el propio emprendedor, que sin conocer a fondo las directrices del marketing, ha sido capaz de persuadir, empatizar y escuchar lo que necesitaba el consumidor para, a la hora de la verdad, ser capaz de responder por lo que necesita y quiere.
Cuando ahora se habla de copywriter como una nueva figura a tener en cuenta en los departamentos, se corre un grave peligro: que el escritor creativo, ese que es capaz de llegar al alma del producto para crear una frase, un párrafo que llegue al cerebro del consumidor como un tsunami sin la presión de conseguir la venta, se corrompa y acabe haciendo eslóganes que vuelvan al origen de la cuenta de resultados.
Por eso, antes de empezar con sugerencias, hay que dejar que este nuevo perfil del marketing trabaje desde la simplicidad, quitando artificio a todo y con una libertad que pocas marcas hasta ahora habían dado a sus departamentos. Hay que volver a creer en lo que sirve: el mensaje desnudo de artificio.