¿Alguna vez has entrado en un establecimiento y has sentido que olía a algo que te resulta familiar? ¿Has llegado a un hotel y siempre, en la misma cadena hotelera, los baños y habitaciones huelen igual? En realidad, no es que el olfato tenga un problema de matices, es que ya está más que extendido el marketing olfativo.
Cuando la mayoría de las empresas siguen apostando por un marketing y comunicación online, otras lo acompañan también de otros matices que permiten personalizar la experiencia, crear algo nuevo y que el usuario reconozca.
Si el imagotipo, logotipo o imagen corporativa es importante, ¿por qué no pensar en uno de los sentidos más tribales y ancestrales? En realidad, según los estudios, el olfato es, de los cinco sentidos, el que más recuerdos es capaz de conservar.
Esa sensación de estar oliendo algo que evoca otro momento, habitualmente feliz, es clave para quienes se dedican a este tipo de disciplina.
Cada vez, de hecho, son más quienes se han dado cuenta que incluir dentro de la propia identidad corporativa el olor es clave para acompañar en la experiencia al usuario.
“Entrar en una tienda de una marca concreta, sea donde sea, y que el aroma sea el mismo, hace que el cliente piense inconscientemente que está en un lugar reconocido, seguro y que le aporta felicidad. Lo mismo ocurre en clínicas, hoteles e incluso oficinas. El hecho de que alguien llegue a una puerta y detecte un olor agradable hace que, directamente, su experiencia y su ánimo sea mejor” explican quienes se dedican a este tipo de experiencia.
Al hilo de esto, en nuestro país, hay empresas que se dedican precisamente a eso, a encontrar el olor de una marca, de un producto o de un espacio. Con toques que se adaptan a la imagen que se quiere proyectar, existen los matices cítricos para el público más joven y natural, matices más amaderados para un público más mayor y acostumbrado al lujo o incluso un toque floral cuando el objetivo, por ejemplo, es un público femenino.
“Hay marcas que incluso diseñan sus propios perfumes para que sirvan de regalo. Eso hace que, cada vez que la persona lo usa, automáticamente, es altavoz de marca” comentan. En realidad, es una experiencia tan cercana al usuario, que casi lo hace parte de la propia imagen corporativa.
Si el mecanismo neuronal que evoca recuerdos se une al olfato, ¿por qué no iban a usarlo las propias estrategias de marketing?