Las criptomonedas y su adopción ya son una realidad social. Esta afirmación, que parecía que no iba a llegar nunca, hoy en día es más cierta de lo que parece.
Desde que comenzara a hablarse de blockchain y las criptomonedas, han sido muchos los que han apostado por las monedas digitales en busca de una libertad, tecnología y seguridad distinta a la del dinero tradicional.
Y buen ejemplo de que es el futuro, de que no solo 2021 ha sido su año sino que 2022 vendrá con fuerza en el campo, y más aún con el desarrollo de Metaverso, es que las grandes empresas y, cómo no, incluso la banca tradicional, ya está dejándose seducir por su tecnología.
Pero, ¿qué hay detrás de bitcoin?
Bitcoin es, quizá, la criptomoneda más conocida, avalada y respaldada de las que existen por algo es y ha sido la primera blockchain creada.
Para comprender su relevancia y, sobre todo, qué hay detrás, hay que pensar en la propia evolución de Internet. Desde que llegara a nuestra vida de forma normalizada, se ha pasado por lo que los expertos han denominado tres webs.
La primera, la web1, es el origen que permitió que los mails, chats y buscadores fueran asentándose y dejando ver las posibilidades de la conectividad global. De ahí, se pasó a la web2, dominada por empresas como Facebook, Google e incluso, un poco más tarde, Amazon, que mostraban las posibilidades de convertirse en usuario de la web y poder realizar actividades, planes y compras en la propia web, sin necesidad de salir de casa.
El máximo potencial de esta conectividad ha sido vivido durante los meses de pandemia, cuando gracias a Internet, nada paró del todo. Se trabajó, se estudió, se compró y se comunicó, la tecnología nos acercaba todo a nuestras casas.
¿Cuál era el tercer paso lógico? El internet de lo que algunos llaman tercera generación, basado en el metaverso, en la moneda digital y, cómo no, en el internet de las cosas.
Y en esa web3 es donde aparece con fuerza la blockchain y las criptomonedas, con Bitcoin a la cabeza. Solo en ese contexto de conectividad, pero descentralizada, tiene cabida la tecnología que avala y que hace que funcione y sea seguro el bitcoin.
“Bitcoin está en la internet de la inteligencia artificial, de la web semántica, del big data, del IoT y, cómo no, del blockchain” comenta BitIQ, una app que acerca a los usuarios la inversión en esta criptodivisa tal como están haciéndolo desde las grandes empresas.
He aquí el verdadero cambio. En el propio concepto de blockchain. Si ya se habían asumido tareas habituales y naturales en la versión digital, con el concepto de cadenas de bloque se ha pasado a descentralizar del todo internet en sí mismo.
Blockchain ha traído consigo en siguiente paso a la web semántica, que buscaba la información con un lenguaje. Con este nuevo concepto, la información se almacena en la nube pero sus protagonistas son varios, por un lado los ordenadores que custodian y van volcando la información a la cadena y, por otro lado, el usuario que accede a los datos almacenados en los equipos, sin ninguna centralización.
Son los propios usuarios los que gobiernan los datos consiguiendo los tokens que les permiten tomar decisiones e ir acumulando herramientas para gobernar la cadena de bloques.
Gracias a este nuevo concepto, que eliminaría progresivamente a los intermediarios en pos de las transacciones P2P seguras, se volvería a ofrecer a los usuarios una privacidad y control sobre su identidad digital que en la web2 y por los acuerdos para el uso de las herramientas digitales como redes sociales, se han ido perdiendo.
El futuro, por lo que cuentan los expertos y por lo que bitcoin e incluso ethereum están mostrando, pasará por los DeFi, finanzas descentralizadas que permitirán el control absoluto de los wallets personales sin necesidad de un ente regulador, los tokens no fungibles tal como están mostrando las últimas tendencias, garantizando la autenticidad de las cosas y, sobre todo, el que son únicas y, por ende, los metaversos o mundos virtuales.
Y es ahí cuando, una moneda en concreto, la creada en 2009 por el enigmático Satoshi Nakamoto, con una capitalización en el mercado que ronda ya los 1,5 billones de dólares, servirá para transacciones internacionales entre pares, garantizadas, descentralizadas y que, poco a poco, va ganando terreno entre particulares. 2022 va a ser, sin duda, el año del cambio. El año del bitcoin.