Cuando a finales del siglo XIX, Wilde se enfrentó a su enésima página en blanco, la crítica no esperaba ya nada novedoso de él. De su pluma, volvió a surgir una obra maestra llamada The importance of Being Earnest, una visión de la Inglaterra de la época victoriana de la que surgieron dos hermanos; uno de ellos ficticios. Un momento en el que, la búsqueda de personajes y argumentos inéditos, era una de las reglas básicas del éxito entre el público y prensa, éstos últimos, enemigos feroces de los dramaturgos de entonces.
Ahora, donde alterando el orden de los factores, nos instalamos en el XXI, las cosas no han cambiado en demasía. Nuestro público objetivo continúa demandando originalidad, calidad, prestigio, seguridad… y los tiempos, que no perdonan, son aún más feroces. Resulta necesario, por tanto, analizar la situación para encararla con la mayor seguridad posible, siendo consciente de los riesgos y reuniendo las herramientas necesarias para alcanzar el mayor éxito posible.
Al igual que Wilde, las start-up, pequeñas, medianas o grandes empresas, se enfrentan a tiempos convulsos con mercados extremadamente frágiles y consumidores cada día más exigentes. Nacen nuevos modelos de negocio, surgen oportunidades donde antes no existían o la tecnología crea escaparates digitales tan impensables hace años como reales hoy día. Los tiempos cambian, la vida cambia y el plan, antes urdido, traza caminos erróneos que solo dirigen a vetustos destinos.
Cualquier camino, por largo que sea, comienza con un primer paso. Éste no es otro que realizar un análisis exhaustivo de la situación en la que nos encontramos. Dentro de ese marco tendremos que hacer un trabajo de investigación de nuestros puntos débiles y fuertes, las ventajas competitivas y los beneficios que nos diferencian de la competencia. Además de ello, conocer las debilidades y amenazas así como las fortalezas y oportunidades de las que gozamos, ayudarán positivamente a determinar el auténtico estado de nuestra compañía en el mercado.
Sólo asimilando las limitaciones y conociendo el potencial real, tendremos la capacidad de definir objetivos coherentes que se adapten a las dimensiones de nuestro negocio.
Ahora que sabemos los objetivos, es el momento de plantear y definir estrategias adaptadas a esas circunstancias: un análisis estratégico de marketing, un plan para definir la viabilidad del proyecto, diferenciar nuestra marca o realizar una consultoría de marketing dirigida a los medios de promoción de nuestros productos (website, imagen corporativa, redes sociales…). Sucede, en ocasiones, que la mayor parte de las acciones propuestas por éste análisis pueden solucionarse desde dentro de la organización. Una visión profesional, externa y sobre todo objetiva de la misma, puede motivar a una correcta toma de decisiones para hacer realidad la mejora del rendimiento y, en definitiva, redefinir una estrategia empresarial que ayude al correcto desarrollo del negocio en el medio y largo plazo.
Sin duda, de nada sirve conocer objetivos y estrategias, sin definir un presupuesto con el que se ha de contar para ejecutar las acciones necesarias para alcanzar lo planteado en la estrategia de marketing. Después de la aprobación del mismo, tendremos la absoluta certeza de establecer una planificación coherente y adaptada a los recursos con los que contamos.
Así las cosas, aprobado el presupuesto, toca desarrollar un plan viable para llevar a cabo las acciones definidas en dicha estrategia. Siendo conscientes de que una estrategia correcta es capaz de sobrevivir a una mala acción y que, hasta la acción más brillante puede fallar si la estrategia es errónea, debemos configurar un plan para alcanzar nuestros objetivos. De nada serviría contar con una táctica y obviarla a la primera ocasión en la que no disfrutemos de los resultados esperados. Para ello debemos contar con un seguimiento periódico de las campañas y acciones que se desarrollen, por si fuera necesario ir redefiniendo o matizando ciertos aspectos de la estrategia y verificar que en todo momento apuntan a los mismos objetivos. Gracias a este seguimiento y estableciendo un timming preciso, nos permitirá analizar el retorno de inversión de cada una de nuestras campañas y sus resultados inmediatos dotándonos del tiempo necesario para reaccionar en caso de que los resultados no sean los esperados.
Un análisis que actualmente en muchas empresas no se lleva a cabo y que dificulta el crecimiento de las mismas o, incluso, llegan a condenarlas al cese de su actividad. Adaptarse resulta de vital y necesario para mantenerse en cualquier mercado. La importancia de llamarse Ernesto, una mala traducción del original, en la que la palabra earnest significa «serio» y es homófono de Ernest, pierde toda su fuerza en castellano. La importancia de llamarse honesto, podría haber sido un buen título en estos tiempos en los que, tan necesario es saber quiénes somos como quién queremos ser.
Por David Orea Arribas Director de Arte en IOMarketing